¿Sabías que los colores tienen el poder de cambiar nuestro estado de ánimo? Es una realidad: transmiten sensaciones e influyen en la forma en que nos sentimos. Pueden hacer que estemos más alegres o más decaídos.
En más de una ocasión, os podéis haber sentido incómodos al entrar en lugar saturado de un determinado color, o todo lo contrario, muy a gusto.
El color, bien utilizado, puede servirnos para aliviar el estrés o avivarnos cuando nos sintamos desanimados.
No hay que olvidar, nunca, que una habitación, la pintaremos con un color u otro, según el uso que le vayamos a dar. Para acertar con el color, a nivel de sensaciones, yo lo relaciono con elementos que se identifiquen con la emoción y el efecto que quiero conseguir. Ahí va mi propuesta.